En Argentina existen 47 millones de tarjetas bancarias o de entidades financieras activas, esto significa un promedio de más de dos tarjetas por persona, basando el cálculo en la población económicamente activa mayor de 18 años.
Pero ¿los descuentos en el consumo que las mismas ofrecen justifican su costo? En algunos casos se paga más por mantener una tarjeta que lo que se ahorra en los descuentos y promociones que brinda la misma.
Sumando gastos de renovación anual, mantenimiento, seguros de cuenta y penalidad por refinanciación, método usado en los casos en que no se puede pagar el mínimo del resumen mensual (lo que para la mayoría de los usuarios es una realidad), el costo de cada plástico podría rondar los 3200 pesos anuales.
La mayoría de las tarjetas brinda un promedio de descuentos que oscilan el 20 por ciento por sobre el valor del producto, lo que implicaría que para que la tarjeta no sea un gasto mayor que el beneficio se deberían consumir unos 32 mil pesos anuales.
Además, ese monto debería ser distribuído equitativamente entre los plásticos que poseen. Según expertos en finanzas personales, los usuarios suelen tener un plástico de preferencia y usar los otros ocasionalmente, e incluso pedir una tarjeta sólo para una compra en un momento y luego olvidarla (aunque se sigan pagando los gastos de mantenimiento).
Si bien muchos usuarios de plásticos se ven realmente benficiados por los descuentos al consumo por este medio, es valioso tener en cuenta algunos consejos:
- Se debe priorizar la compra con débito ya que incluye la devolución del 5 por ciento del IVA.
- No se deben acumular tarjetas que no se utilicen con regularidad.
- Los descuentos en consumos de supermercados y combustible suelen asegurar el repago debido a la frecuencia de uso.
- Antes de solicitar o renovar un plástico evaluar si los beneficios justifican los costos de renovación, mantenimiento y seguros.