Los créditos hipotecarios son en la actualidad una especie en peligro de extinción. Las cifras hablan por sí mismas: en relación con el producto interno, estos créditos representan en nuestro país la quinta parte del peso que tienen en Brasil; esta relación se agrava si la comparación se hace con Chile, donde este tipo de préstamos representa 5 veces más que en la Argentina. Y todo esto sin usar de parámetro países desarrollados.
¿Por qué es tan difícil conseguir un crédito hipotecario? La respuesta a esta pregunta es un tanto compleja, pero no es un error afirmar que el bajo desarrollo del mercado de créditos a largo plazo en nuestro país tiene mucho que ver con la alta inflación y el cortoplacismo de los depósitos, según explican especialistas de la consultora abeceb.com.
Estos argumentos encuentran apoyo si miramos algunos años atrás: pocos meses antes de la crisis que azotó a la Argentina en diciembre de 2001 el porcentaje del PBI representado por créditos hipotecario se encontraba en un 4,1%. A partir de ese momento la cifra no paró de caer, de hecho, de acuerdo a la consultora nunca el índice había caído tan bajo como ocurre en lo que va de este 2010, informa el diario La Nación.
Es importante tener en cuenta que no se trata de un sector bancario reticente a otorgar este tipo de créditos, sino que el contexto macroeconómico lo hace prácticamente imposible. Hoy por hoy los bancos brindan líneas de crédito muy atractivas, sin embargo la clase media no cuenta con los requisitos para acceder a ellos, ya que exigen altos niveles de ingresos.
Ponerlo en números puede servir para ilustrar más claramente la situación: adquirir hoy un departamento usado de tres ambientes en un barrio promedio de la Capital Federal a través de un crédito hipotecario requiere que el solicitante demuestre ingresos por más de $12.000 y un monto no menor a los $70.000 de ahorro, cifras que escapan a más del 90% de la población argentina.
Cabe advertir que a largo plazo esta situación termina por afectar la orientación del mercado, debido a que constructores y desarrolladores no cuentan con los medios para edificar para la gente que requiere una vivienda, teniendo que volcarse a la construcción de edificios de alto nivel.