A partir de un informe realizado por la consultora CDI, se conocieron algunas cifras más que desalentadoras para aquellas personas que sueñan con tener una casa propia: no sólo hay que tener un sueldo de $4.000, sino que es necesario ahorrar cada uno de esos centavos durante más de ocho años. Así es que según la nota publicada por lanacion.com parece que la posibilidad de acceder a una propiedad está cada vez más lejos.
Según el relevamiento llevado a cabo por la consultora, hoy por hoy las condiciones para adquirir un departamento localizado en el barrio de Caballito son imposibles para la gran mayoría de los argentinos: un departamento de 3 ambientes de 60 m2, tiene un costo que supera los $400.000, mientras que el sueldo promedio según cifras del INDEC, no alcanza a $4.000, lo que significa que el ingreso promedio anual no alcanza a $47.000. Esto significa que para poder adquirir un departamento de esas características es necesario contar con 8,91 sueldos anuales totales.
El informe de CDI recopila registros de hace más de 15 años, más específicamente de 1993, año en que se podía acceder a un inmueble de las mismas características, en el mismo barrio, con poco más de 5 sueldos anuales totales. El problema en la actualidad radica en los altos precios de las propiedades, salarios muy bajos y escasa o nula oferta de préstamos hipotecarios convenientes.
Esta última variable es la más impactante, ya que la oferta de créditos hipotecarios es el engranaje más importante del sistema de la actividad inmobiliaria. Actualmente en la Argentina el mercado de préstamos para la vivienda representa menos del 1% del PBI, mientras que en otros países, como el vecino país chileno, los créditos hipotecarios representan casi el 8% del PBI, de acuerdo a datos ofrecidos por la consultora abeceb.com.
Cabe destacar que la problemática para la clase media argentina al momento de acceder a una vivienda no es tan reciente: el origen de estas dificultades pueden rastrearse al año 2001, un año bisagra en la vida de todo el país, momento a partir del cual la proporción de operaciones realizadas con créditos tuvo una marcada reducción que aún no ha podido revertir.
Mientras tanto parece ser que la única solución que queda es alquilar, mientras se hacen esfuerzos inexplicables para no dejar de ahorrar.